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sábado, 19 de enero de 2008

Hay que dejar de vivir en el "antes", y plantearse los "después"


El un típico tópico el decir que "Una imagen vale más que mil palabras", pero...

Sí, así es. Mi mesa de estudio está llena de papeles, Post-It's , garabatos y muchas fórmulas de tasación económica. De hecho, colocar el teclado encima de todo eso es una aventura.

El caso es que tenía que estar así desde hace tiempo, pero el reloj biológico está tintineando ahora, y no antes. Ya lo he dicho mil veces, soy un desastre.

Hablando de otros temas que nos conciernen a todos, qué loco continúa el tiempo, ¿no? Ayer salí a la calle y tenía un calor de mil demonios. Y vale que esto sea la Costa del Sol y tengamos temperaturas suaves todo el año, pero los contrastes tan bruscos no los recordaba yo al menos. Aunque tampoco tengo que alarmarme, porque mi mala memoria no me deja recordar mucho atrás, sólo lo que me interesa...

Por cierto, estaba yo escribiendo esta entrada de Blog por algo en concreto y ni siquiera he comenzado a contaros. Es que me voy siempre por los Cerros de Úbeda... Para el que no estuviera enterado (cosa que no creo dado el bombo que le dí), antesdeayer fui a una entrevista de trabajo. Pero no a una entrevista cualquiera en un McDonalds o Burguer Paquito de turno, no. Era una entrevista para una Entidad Financiera (a la que sí que no voy a darle bombo, y me abstengo de difundir su nombre hasta que me admitan y me den de comer todos los meses). No era una entrevista arbitraria, sino que era fruto de unos examenes de preselección que aquí servidora había pasado anteriormente. El caso es que tuve que "disfrazarme". Me despojé de mis tenis, calcetines de colores, vaqueros desgastados y camisetas oscuras con frases macarras; y a cambio me puse tacones a la última moda vintage, pantalón de pinza con chaqueta y top bien combinado de hilo con cuello vuelto. Las pulseras de plata y cuero y el reloj del mismo tipo fueron bien sustituidos por reloj de acero y pulsera sencilla. Los pendientes con motivos "goticarros" se convirtieron en aretes finos de plata. El maquillaje fue suavizado con tonos clásicos, y el pelo fue estilizado al más puro estilo "mi papá me mima y me paga la Visa". Ah, y cómo no, adiós a los pañuelos, boinas, chapas y demás.

El caso es que el disfraz me iba de perlas y yo pasaba perfectamente por una chica que habitúa ese estilo. Claro es que, por un día (o mejor dicho, unas horas) puede ser divertido cambiar el look por uno menos criticable para tus progenitores y bien alabado por esa enorme "guetto de pijos" que salen hoy en día hasta debajo de las piedras... pero pensándolo con más detenimiento, ¿Qué pasará si me cogen en este empleo? O lo que es peor, si no me cogen en este, me cogerán en otro de similares características, debido a mis estudios. Yo, que actuando con utopía y deliz mental pudiera pensar que puedo ser una economista de las de la "vieja escuela" (esa que profesaban hace 30 años, con pensamientos críticos, laboristas y alternativos a lo que acontecía y se avecinaba) tendría 0'001% de posibilidades de ser ese grano en el culo del Capitalismo realista y trágicamente lógico (que, yo la primera, todos adoramos aunque sea de forma hipócrita). Es por ello que, lo que claramente se me avecina (siempre y cuando me centre en lo que he escogido hoy por hoy) es una vida de tacones finos a juego con bolsos "de madre" y hombreras bien perfiladas.

Tengo esa edad en la que mi padre me grita "aaay, cuándo dejarás de pensar que tienes 15 años", y es en momentos como ahora en los que trago saliva y pienso "ups, me queda poco para apurar este etapa de mi vida". Ya sólo me queda el consuelo de pensar que los viejos rockeros nunca mueren...

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