Trayecto finito.

Cuando caminaba este mediodía por la calle, casualidades de la vida, me encontré con dos antiguas compañeras de mis años de instituto. Curiosamente viven en mi mismo barrio, a escasos 50 metros periféricos, pero hacía años que no las veía. Esta tarde, volviendo a casa, me encontré con otra chica que estudió bachillerato conmigo, y también hacía más de un año que no hablábamos. Aún estamos en la más tierna flor de la vida, pero hay que ver lo que hemos cambiado...

Una de ellas estaba bastante más rellenita, la otra mucho más delgada. La tercera estaba igual que siempre. También está el tema académico, todas trabajando ya (es lo que tiene haber cambiado de carrera, que me hizo frenar mi tiempo), con estabilidad laboral, planes de futuro... y bueno, yo no soy poco, porque también tengo mi futuro laboral al girar la esquina, voy necesitando un gimnasio para tonificar "eso" que me sale en la cintura, y cada vez me veo más canas que intento esconder entre el resto de mechones. Desde luego, el tiempo sigue girando sus manecillas aunque mi reloj nuevo vaya siempre atrasado.

Todos, más tarde o más temprano, tenemos que bajarnos de un tren y subir a otro. La diferencia está en quién se baja antes y quién después, y sobretodo, en quién se aferra al tren del que no quiere bajarse aunque llegue al final de su viaje. Y es curioso, que en momentos como el de hoy, con la sonrisa tumbada hacia una de las mejillas, te des cuenta de que al final, todos nos bajamos del tren, aunque parezca que todos lo hagan antes que tú.

Poco más, saludos amigos.